Después de ver el Gran Premio de Canadá de F1, he vuelto a pensar que la suerte es un factor determinante en el deporte, en todos ellos. Pero parece que especialmente el mundo del motor depende en gran medida de un factor tan poco científico y mecánico. En un deporte como la Fórmula 1 donde todo está calculado, medido, extremadamente controlado al minucioso detalle, incluido, en algunos casos, hasta la climatología. La suerte sigue imponiéndose a la lógica y ayer volvió a ser fundamental.
Finalizado el gran premio, el lastre de fatalidad que rodea a los nuestros en el deporte del motor volvió a repetirse. Me vino a la cabeza Carlos Sainz y su copiloto Luis Moya en las distintas vicisitudes de fatalidad extrema a lo largo de su trayectoria deportiva. Quién no recuerda las varias ocasiones en las que Sainz a punto de ganar campeonatos del mundo de rallyes, a falta de tan solo metros de cruzar la meta, el coche se le paraba, para desesperación del piloto madrileño y de toda España. Incluso en sus primeras participaciones en el Dakar a falta de dos etapas yendo lider, le veíamos volcar su coche y perder la carrera.
Volví a tener la imágen de Dani Pedrosa rodando por el suelo, apeándole de su lucha por el título, siempre cuando va por delante o viene de una racha de victorias metido de lleno en la pomada por el título de motogp. Algo parecido le ocurría al gran Sete, aunque aparte de la fatalidad, el factor determinante en la carrera de Gibernau era Valentino Rossi.
Lo que le lleva ocurriendo a Fernando Alonso desde hace algunas temporadas, va cogiendo cuerpo de maldición. Su prometedora trayectoria tras sus dos primeros títulos mundiales, como el piloto mas joven en conseguirlo en aquel momento, se ha ido truncando por el camino. En gran parte de momentos claves de la temporada por mala fortuna, con altas dosis de malas decisiones por parte de su equipo y también por algún error puntual del asturiano.
La F1 es un binomio de piloto y coche, parece claro que no hay mejor piloto en la parrilla que Fernando, pero las últimas 4 temporadas no ha encontrado una continuidad competitiva en su bólido. Su paso por Mclaren fue tortuoso por las relaciones existentes en el seno del equipo y el favoritismo por su compañero de equipo, algo que en aquel entonces era insultante para un piloto que llegó a la escudería con dos títulos debajo del brazo. Luego su regreso a Renault le privó de luchar por el título al tener un coche nada competitivo. Llegó su gran oportunidad con su pase a Ferrari, la meca de la F1, la escudería mas grande y dominadora, un seguro para el éxito. Desgraciadamente para el asturiano no está siendo suficiente para lograr su tercer título. A punto estuvo el año pasado de hacerlo hasta la última carrera pero la mala suerte y una decisión mas que discutible de su equipo, le privaron del éxito.
Ayer prácticamente se despidió de la lucha al título en una carrera loca, llena de fatalidades, malas decisiones una vez mas por parte de su muro y de un toque en su coche provocado por a la postre vencedor de la carrera Button, que dejó fuera de carrera a Alonso, que partía segundo y con opciones de victoria.
Ya va siendo hora que en algún momento nos abandone el mal fario a nuestros representantes en el deporte del motor, porque desgraciadamente se van repitiendo secuencias que nos hacen revivir situaciones con distintos protagonistas y un nexo común, mala suerte.
imágen: todoformula1.net
by sportsrocknrolla
No hay comentarios:
Publicar un comentario